Una Tradición Portuguesa
Destilación de Aguardiente utilizando un Alambique con 150 años.
En un mundo donde el tiempo es dinero, intentamos solucionar nuestros problemas de una manera rápida y fácil sin hacer demasiados esfuerzos. La vida es más relajante que antes ¿Es cierto esto? ¿No habremos perdido una cierta calidad de vida debido a la presión y al stress a los que nos sometemos todos los días así como a una reducción de la calidad de los productos que consumimos (enlatados, embotellados, conservantes, etc.?
Las personas van comprendiendo, poco a poco, que la manera tradicional de hacer las cosas es mucho mejor y que puede proporcionar un mayor bienestar. Se va redescubriendo de esta manera las tradiciones dejadas atrás.
La narrativa que sigue es el relato de una de esas tradiciones: la destilación del bagazo de uva (materia resultante después de que las uvas sean prensadas y el zumo sea quitado) para producir aguardiente (grappa – brandy blanco) con un alambique de al menos 150 años y las técnicas y el equipo usados por las generaciones más viejas. Es evidente que sería más fácil comprar una botella pero no la destilación es una experiencia que nos proporciona tanto placer como cualquier otro pasatiempo. También sabemos que el producto final es puro tal y como sucede cuando hacemos un pastel casero o cuando plantamos nuestros propios vegetales.
Esta experiencia ocurrió en una pequeña aldea, cerca de Monção (un pueblo al noroeste de Portugal, cerca de la frontera con España).
La destilación completa dura cerca de 8 horas si se usa un alambique tradicional portugués. Este tiempo incluye también la limpieza del pote necesario para la destilación del próximo año.
El sol comenzaba a salir cuando nos pusimos en camino. Prometía ser un bonito día de otoño, pues no había ninguna nube en el cielo y el aire era frío y seco.
A nuestra llegada fuimos recibidos por el gallo del Sr. Leandro con su "quiquiriquí" y por el Sr. Leandro, amable caballero que nos iría a hacer una demostración de destilación. Es necesario decir que el Sr. Leandro ya nos esperaba desde hace algún tiempo ya que llegábamos tarde.
El Sr. Leandro estaba ansioso por empezar. Había mucho que hacer hasta el final del día. Nos llevó hasta el sitio donde iríamos a hacer el aguardiente.
La primera cosa que vimos fue el casco de estilo arábico del alambique del Sr. Leandro (lugar donde los vapores se acumulan). Tenía una apariencia bastante rara. El Sr. Leandro nos explicó la razón por lo cual era así: tenía 150 años.
Los cascos de la mayoría de los alambiques actualmente fabricados tienen una parte superior más curvada que parece una cebolla. Sin embargo, tienen todos el mismo funcionamiento.
El Sr. Leandro nos contó, con una cierta emoción en la voz, que aquel alambique había pertenecido a su abuelo. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, su padre lo vendió a un vecino, pues atravesaba por grandes dificultades económicas
El padre del Sr. Leandro, que era conocido como uno de los mejores productores de vino de la región, siempre habló del alambique de familia con tristeza. El Sr. Leandro siempre sintió una cierta obligación de recuperar el alambique, hecho que consiguió años más tarde preguntándole a su vecino cuánto pedía por el alambique Aires (apellido de su padre).
El Sr. Leandro estaba muy orgulloso de su alambique familiar de 150 litros.
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